¿Qué es la resonancia Schumann, cómo la sincronización vibratoria de nuestros cuerpos es la tecnología más poderosa de nuestros cuerpos y cómo la energía sexual tiene capacidad de transformarnos?
En el año 2012, la precesión de los equinoccios, marcó una variación en la posición de la tierra con respecto al Sol y por ende, cambió la forma en que los rayos solares impactan a nuestro planeta. Esto causó una elevación en la frecuencia vibratoria terrestre, o resonancia Schumann, considerada en promedio 7,8 Hz en las mediciones de final del siglo XX. Esta frecuencia equivale al pulso o corazón que equilibra todas las formas de vida, es así, que nuestro cerebro funciona en la misma frecuencia.
Desde el 2012 hasta hoy, se han llegado a medir resonancias Shumann de hasta 36 Hz, lo que supone un reto evolutivo para la humanidad y se traduce en la necesidad de elevar la vibración, para adaptarnos a las altas frecuencias del planeta y seguir siendo viables, como habitantes terrestres.
La sincronización vibratoria de la humanidad con la nueva frecuencia planetaria, significa que cada ser humano necesita desarrollar su ADN de un 33 % a un 44 – 55 % o más, lo que equivale en términos prácticos, a que usaríamos una porción mayor del cerebro, que hoy no llega ni al 50 %, y que nuestro sistema fisiológico se activaría y funcionaría de manera óptima. Hablamos de la activación de órganos como el útero, la glándula pineal, tiroides, timo (entre otras) y todos sus súper poderes, es decir salud plena, más años de vida, poder físico y mental.
Lo sepamos o no, atravesamos una transición vibratoria, abandonando el viejo paradigma de la humanidad, centrado en el desarrollo de la tecnología de máquinas y entrando al Nuevo Paradigma, enfocado en el desarrollo de la tecnología de la Conciencia Humana.
Hablamos de un salto evolutivo en todas las dimensiones del Ser, una tecnología interior, que nos permite elevar la vitalidad, sanar física y emocionalmente, aumentar la expectativa de vida, poseer altas capacidades multidimensionales, y sobre todo acelerar los procesos de manifestación y cocreación de las realidades que deseamos. Lo que hemos visto en las pantallas como ficción, esos “súper humanos”, tienen su semilla en el ADN de todos nosotros, de cara a la nueva etapa de la humanidad.
El viejo paradigma se identifica con un exceso de energía masculina, un desbalance, frente a lo femenino, que ha entorpecido la evolución de la humanidad en los últimos siglos. Una polaridad masculina, que tiene como base la acción de la mente lógica y el intelecto vs. una feminidad, integrada por tres ejes de desarrollo: la energía sexual, emocional y el despertar espiritual, que en conjunto constituyen, un sistema tecnológico de evolución consciente.
Por esto, la ascención colectiva incluye un sano balance entre las dos polaridades, exigiendo un reconocimiento y sanación de todos los aspectos femeninos de los seres y el orden social, es así, que veremos manifestaciones femeninas de la política, la economía, la ciencia, la salud y la cultura, como evidencia de una humanidad evolucionada, con un ADN cuántico desarrollado en alto porcentaje. Entendiendo que cada persona integra un aspecto masculino y otro femenino, se hace apremiante que hombres y mujeres desarrollen su alta tecnología de conciencia femenina, cuya plataforma es el engranaje entre el sexo, el amor y el espíritu.
Esta tecnología es el vehículo evolutivo más poderoso con el que contamos.
Siendo la energía sexual la que nos creó, es ella quien tiene la mayor autoridad para transformarnos, y al ser elevada a la frecuencia vibratoria del amor y el espíritu, puede convertirnos en nuestra versión más sofisticada. Si lo sintetizamos en términos fisiológicos, es potencializar el funcionamiento glandular, estimulando todo el sistema desde los órganos reproductivos, hasta activar la glándula pineal y sus asociadas (Tercer ojo, recomiendo la película Lucy o el documental de Netflix: DMT la molécula de Dios), que nos abre la posibilidad de conectar con tecnologías y poderes de altas dimensiones.
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